Fabián Bosoer Dedicado a una familia montecasereña: "El fuego de la amistad"  Hay historias que parecen de otros tiempos. Historias de amistades epistolares, cartas estampilladas y fotos impresas, que no conocen de Internet, e-mails o Instagram. Conocí a la familia Rodríguez hace 37 años en la ciudad de Monte Caseros, y fue un encuentro luminoso en tiempos de oscuridad. Éramos un grupo de estudiantes seleccionados para “marchar a las fronteras”, realizar tareas solidarias y acercarnos a las realidades del interior del país. Quiso el destino que los Rodríguez me recibieran como huésped y abrieran las puertas de su hogar en la calle El Maestro: días inolvidables. A partir de entonces, quedó sellada una filiación electiva basada en el afecto y la narrativa epistolar.
Hace pocos días recibí una carta de Teresita Rodríguez, maestra argentina emblemática, quien con sus 76 años sigue escribiendo con la misma cuidada caligrafía. Me cuenta que Rubén ya no está pero sigue presente, entre otras cosas, en la casita que les construyó a los nietos en el patio de su casa. Que Gabriela y Cristina, aquellas rubias adolescentes de ojos chispeantes y pura sonrisa, son hoy madres de seis jóvenes que tienen la misma edad que nosotros teníamos cuando nos conocimos. Que Bruno, el hermano menor, cumplió 50 años.
Me dice Teresita que los amigos son como las estrellas; aunque a veces no las vemos, siempre están. Me recuerda el refrán “Corrientes tiene payé”, que en guaraní significa “hechizo, sueño”. Me cuenta que la llama que aquella vez encendimos, acaso sin saberlo, sigue encendida. Como la última vez que nos vimos, hace 37 años.
Fabián Bosoer
Clarín
Jueves, 3 de marzo de 2016
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