22 de noviembre Día de Santa Cecilia, patrona y protectora de la música  A más de doce siglos de la muerte de la mártir romana, en el año 1594, Santa Cecilia fue declarada patrona de la música por el Papa Gregorio XIII. A partir de entonces y con gran fuerza, su figura que ya era venerada como abogada de los músicos, lo fue universalmente. Su fiesta, el 22 de noviembre, que correspondería con la de su nacimiento, ha sido adoptada mundialmente para la celebración el Día de la Música.
Desde el siglo XVII, varios países europeos han celebrado su día con festivales musicales. En 1683, la Musical Society of London estableció los festivales anuales del día de Santa Cecilia, donde han participado los más grandes compositores y poetas británicos. Henry Purcell lo hizo con su conocida oda Laudate Ceciliam en el citado año. Músicos, pintores y poetas como Rafael, Poussin, Dryden, Pope, Purcell .etc., la celebraron con sus obras. El movimiento Cecilianista del siglo XIX la tomó como abogada especial para la reforma de la música litúrgica, que culminó en el Motu Proprio de San Pio X, en 1903.
En los últimos tiempos ese patronato no ha pasado por sus mejores momentos. Sirvan como muestra un par de ejemplos. Por una parte, la revista americana Caecilia, después de 92 años de publicación, cambió su nombre por el de Sacred Music y por otra la pamplonesa Orquesta de Santa Cecilia, creada en 1879, pasó a denominarse, en 1993, Orquesta Pablo Sarasate (actual Orquesta Sinfónica de Navarra).
Sin embargo, la joven Cecilia, martirizada hacia el año 230, había llegado a este patronato, en gran parte, por una defectuosa traducción de lo que contenían las Actas que recogían su martirio y datan del siglo V, siendo por tanto posteriores en más de tres siglos a su muerte. El relato posee escaso valor histórico y es más bien un romance pío, como tantos otros recopilados en los siglos V y VI.
Al tratar de su matrimonio con Valerio, al que convirtió al cristianismo, se afirma: "Venit díes in quo thalamus collacatus est, et, cantantibus organis, illa [Cecilia virgo] in corde suo soli Domino decantcbat [dicens]: Fiat Domine cor meum et corpus meus inmaculatum et non confundar" ("Llegó el día en que el matrimonio se celebró, y, mientras sonaban los instrumentos musicales, ella (la virgen Cecilia) en su corazón a su único Señor cantaba [diciendo]: [Señor] haga el corazón mío y el cuerpo mío inmaculados y no confunda"). La palabra latina organis (instrumentos musicales), se tradujo como órgano y de este instrumento se acompañaría en muchas de sus representaciones, desde tiempos bajomedievales.
En realidad, los códices más antiguos no decían "cantantibus" o "canentibus", sino "candentibus organis". Por tanto la referencia serían los instrumentos de tortura, y la antífona describiría a Cecilia, "entre las herramientas candentes, cantaba a su único Señor en su corazón". La antífona no se referiría tanto al banquete nupcial, sino más bien al momento del martirio.
En definitiva, una errónea traducción del latín, habría derivado en el patronazgo universal sobre la música. Algo parecido en relación con traducciones del latín ocurrió en el caso del profeta Elías, representado con dos cuernos sobre su frente, cuyo origen radica en la Vulgata, en que se comparan los rayos luminosos con cuernos: "Videbant faciem Moysi esse cornutam". Una defectuosa versión de ese texto hizo que se le representase con cuernos, a los que se les suponía presentes por ser símbolo de potencia y fuerza, en herencia de los dioses cananeos.
Culto e imágenes en Navarra
Las imágenes de Santa Cecilia la muestran, plena de alegría por la presencia del Señor, tocando instrumentos musicales como la lira, la cítara, el órgano, el clavicordio, el arpa, el violín, el violoncelo, y rodeada de ángeles cantando y personificando el espíritu del canto y de la música sacra y, en definitiva de la belleza, la verdad y el bien que convergen juntos y conducen a los hombres a reencontrarse con Dios. Entre los ejemplos de grandes artistas que la han representado destacan Rafael, Poussin, Domenichino, Guido Reni, Rubens, Pierre Mignard o Francisco Salzillo.
En Navarra, cuatro son las parroquias que Santa Cecilia tiene bajo su advocación: Gurbizar, Muniáin de Arce, Sorlada y Arizala. En apariencia, pocas respecto a otros santos, aunque si se compara con las santas está por encima de la media, puesto que no le adelantan mas que Santa Eulalia con 11 y Santa Catalina con 7 (Santa Águeda tiene 3, Santa Eufemia 3, Santa Engracia 3, Santa Lucía 2, Santa María Magdalena 2, Santa Fe 2, Santa Bárbara 1, Santa Marina 1, Santas Nunilo y Alodia 1).
En lo que a ermitas se refiere, sus ermitas no destacan sobremanera, ya que Santa Lucía es la más favorecida con 54, seguida de Santa Bárbara con 45, Santa María Magdalena con 24, Santa Águeda con 23 y Santa Catalina y Santa Engracia con 22 cada una. En pleno corazón de la Pamplona medieval, en la Navarrería, una basílica bajo su advocación se erigía desde el siglo XI hasta su demolición en 1852. Para ella diseñó el retablo principal José Pérez de Eulate en 1745, adjudicado al maestro valenciano Tomás Font en 1745 y tasado por el citado Eulate y José Coral en 1746.
Su culto creció con el culto que le tributaron desde el siglo XIX numerosas bandas de música y coros, con celebraciones de hermosas celebraciones litúrgicas y el canto de auroras al amanecer, muchas de ellas bellamente musicalizadas.
Respecto a sus imágenes, hemos de citar en primer y destacado lugar sus representaciones en las dos Biblias, conocidas como de Pamplona. En la actualidad se conservan en dos bibliotecas extranjeras. La de Amiens fue encargada por Sancho VII el Fuerte en 1197. En ella Santa Cecilia es la protagonista de varios pasajes de su vida, a diferencia con otros santos del martirologio que no poseen mas que uno. Las llamadas Biblias de Pamplona son dos códices realizados por Ferrando Petri de Funes y su taller en el entorno de 1200. Se trata de una visión de los textos bíblicos a través de imágenes a los que se agregó un buen número de santos, mártires en su casi totalidad. La parte escrita se reduce a una antología de fragmentos que explican las ilustraciones. Ferrando Petri era un canónigo de la catedral de Calahorra que alcanzó el título de canciller real entre 1192 y 1194. Su labor consistió en seleccionar y adecuar los textos, y ordenar las ilustraciones. Los especialistas han detectado la mano de tres escribanos y al menos cuatro pintores.
La localidad de Sorlada tiene, como se ha indicado a Santa Cecilia por titular de su parroquia y conserva un delicadísimo busto-relicario de la santa de estilo renacentista. El retablo mayor de la parroquia, obra atribuida a Pedro de Troas (1570-1580) alberga además de a la talla sedente de su titular, dos relieves de sus desposorios y su martirio, muy divulgados en la Leyenda Dorada. Por los mismos años del siglo XVI se construyó el retablo mayor de Arizala, en el valle de Yerri, en este caso y con gran probabilidad por Martín de Morgota. En él encontramos la escultura de la santa y otros dos relieves con dos escenas de su vida: sus desposorios ante unos músicos que tañen instrumentos de cuerda y su glorificación. La cruz procesional de la misma localidad también ostenta un relieve argénteo de la santa.
Representaciones y reliquias de la santa se encuentran también entre otras localidades en Arróniz, Larrangoz, Lumbier, Legarda, Puente la Reina y Mendigorría.
Hace un par de años el Museo de Navarra adquirió el cuadro de Vicente Berdusán (1632-1697), firmado y fechado en 1691, que forma pareja con otro llegado al Museo. en 1981, que representa a Santa Catalina. La pintura está acorde con la última fase productiva del artista establecido en Tudela y resulta muy pictórico, con una técnica deshecha, la misma que hizo denominar a su pincel como "valiente" y que sus servicios fuesen contratados para la capilla de los Villahermosa en San Carlos Borromeo de Zaragoza.
Iconografía notable se conservan en la catedral, en una pintura de pequeño formato del siglo XVII embutida en la decoración dieciochesca de la sacristía capitular, y en las Agustinas Recoletas, en un hermoso lienzo de su locutorio. Esta última pintura es una versión italiana de una conocida estampa grabada. No deja de llamar la atención que en esta ocasión haga pendant con una pintura del rey músico David. No en vano en otros periodos históricos la música se relacionaba con David o con San Jerónimo, San Antonio de Padua y San Francisco de Asís, por pasajes de sus vidas en donde la música tuvo un protagonismo especial.
En lo que respecta a artes suntuarias, la mayor parte de las piezas -a excepción de la platería- son importadas de fuera, destacando sobre todas ellas el bello marfil del Museo Diocesano y catedralicio de Pamplona. Por lo demás, hay que hacer notar que, desde las estampas en vitela flamencas del siglo XVII o los esmaltes y medallas de los siglos del Barroco, hasta las litografías decimonónicas, francesas en muchos casos, han abundado en la difusión imagen de la santa también en Navarra. Martes, 22 de noviembre de 2011
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