Elecciones en la Iglesia Stanovnik suena como candidato a ocupar la vicepresidencia del Episcopado Argentino Como el país, la Iglesia argentina también arranca un año electoral que determinará si la conducción eclesiástica seguirá teniendo (o incluso profundizará) el perfil moderado que la caracterizó en la última década o si –en línea con Benedicto XVI– se volverá más conservadora. Ocurre que en noviembre habrá elecciones en la Conferencia Episcopal –que integra el casi centenar de obispos del país– y su actual presidente, el cardenal Jorge Bergoglio, no puede ser reelecto porque lleva dos períodos seguidos en el cargo, lo máximo permitido por los estatutos. Y lo que otorga actualidad a esos comicios –pese a que faltan más de nueve meses– es que cada vez cobra más fuerza un debate interno acerca de cómo debe plantarse el Episcopado ante los desafíos que le plantea la realidad nacional.
Las diferencias se evidenciaron en la semana que acaba de terminar, a raíz de la visita que la cúpula episcopal, encabezada por Bergoglio, efectuó al Vaticano. El viaje fue decidido en noviembre por un plenario de obispos, luego de que muchos de ellos coincidieran en que estaban llegando a la Santa Sede noticias inexactas sobre el desempeño de la conducción del Episcopado ante cuestiones tales como la ley de matrimonio gay (léase, que su oposición era poco contundente y no se condecía con lo que quiere Benedicto XVI).
El comunicado del Episcopado tras la audiencia con el Papa fue sugerente : “Se le comunicó al Santo Padre que este viaje permitió expresarle el clima de fraternidad y comunión episcopal de la Iglesia en la Argentina y confirmar el vínculo filial con él”.
De todas formas, en el mismo plenario, el grueso de los obispos decidió no dejar en manos de los que tienen un discurso más duro la batalla en cuestiones como el aborto. No es que en un tema como este vayan a aflojar, sino que el debate por el matrimonio gay les permitió comprobar que los mensajes de tono apocalíptico son contraproducentes.
Así, crearon una novedosa superestructura que reúne a las áreas del Episcopado que intervienen en ese tipo de temas (Fe y Cultura, Educación, Familia, Laicos y Prensa) y las pusieron bajo el mando de un moderado: el coadjutor de la diócesis de San Isidro, monseñor Oscar Ojea.
Ello hace suponer que el perfil moderado seguirá capeando en el Episcopado y tendrá su correlato en las elecciones. Por eso, para noviembre, emerge como uno de los candidatos a presidente el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, actual vicepresidente segundo.
El vice primero, Luis Villalba, quedó fuera de carrera porque llegó a la edad límite de 75 años y elevó su renuncia como arzobispo de Tucumán.
Otro que también se va perfilando es el arzobispo de Mercedes-Luján, el salesiano Agustín Radrizzani, de fuerte inclinación al diálogo, lo que le trajo problemas por mostrarse demasiado comprensivo con el kirchnerismo .
Muchos creen que el ascendente arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, otro moderado, será puesto en una vicepresidencia.
Stanovnik ocupó el cargo clave de secretario general del Episcopado Latinoamericano y es uno de los candidatos a suceder a Bergoglio en el arzobispado porteño.
Aunque no se descarta que un duro como el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, de buena llegada a Roma, llegue a otra vicepresidencia.
Con ello se buscaría integrar una línea más en sintonía con Benedicto XVI y coagular la interna. Pero, como en la presidencial, las candidaturas en la Iglesia aún no emergen con claridad. (Clarin)Martes, 15 de febrero de 2011
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