Pasión por la familia El reto de educar hijos en el mundo de hoy Educar hijos en estos tiempos modernos es una de las tareas más difíciles pero a la vez uno de los más grandes desafíos. Indudablemente los esquemas de formación han variado y tratar de formar a nuestros hijos como lo hicieron nuestros padres con nosotros, ya no es suficiente, ni muchas veces, efectivo. Los niños de hoy día están expuestos a grandes y acelerados cambios que van desde crecer en hogares donde ambos padres trabajan, convivir en un ambiente de cambios generados por el impacto de los grandes descubrimientos tecnológicos como la internet y los videojuegos, hasta la vulnerabilidad al uso temprano del alcohol, droga y vivencia no responsable de la sexualidad.
Por otro lado la influencia que ejercen los medios de comunicación es cada vez más impactante y la exigencia más alta por alcanzar modelos ideales de belleza, poder, dinero, éxito y fama; estas circunstancias, entre otras, están llevando a que los padres se cuestionen y sientan inseguridad y angustia sobre la manera en que están educando a sus hijos.
Los padres de hoy sienten que tienen poca certeza y muchas dudas con respecto a la buena formación de los hijos; con frecuencia en la práctica los buenos deseos de hacer lo mejor para estos, se traduce en una permanente vacilación sobre lo que deben hacer frente a cada situación que se presenta en la vida familiar: si sancionan o no, si establecen límites o son más flexibles, si prohíben o permiten determinados comportamientos. Ser padres en el mundo actual plantea constantes dilemas entre lo que es bueno y es malo, lo que debe hacerse y lo que no, lo que se debe o no exigir a nuestros hijos; esta situación nos lleva con afán a buscar respuestas y soluciones para enfrentar exitosamente este gran desafío.
Pero no todo resulta abrumador. Por otra parte, los padres hoy tienen mayores oportunidades de educación y trabajo, conocen más del desarrollo infantil y juvenil y cuentan con fuentes de ayuda que antes no tenían. A su vez los niños están cada vez más informados, abiertos a otras culturas y con una gran capacidad para aprender y conocer el mundo.
El auge de la literatura sobre la crianza infantil, la consulta a pedagogos y orientadores, los programas en TV y radio especializados en asesoría familiar, son una expresión de las necesidades que los padres están viviendo con respecto a la crianza. Todo lo anterior nos lleva a concluir que la frase que dice que “los papás no vienen con el manual debajo del brazo” es cierta y por esto el deseo de aprender y capacitarse para ser mejores padres es totalmente válida.
Afortunadamente, son muchas las maneras a través de las cuales pueden desarrollarse habilidades para trasmitir valores, inculcar hábitos, fortalecer la autoestima, corregir comportamientos y establecer relaciones buenas y sanas con los hijos. Y aunque educar y formar a los hijos a veces resulta difícil, esto no quiere decir que la crianza sea una pesada carga que tenemos que llevar a cuestas; los hijos son una fuente inmensa de placer y satisfacción si los padres despliegan su sensibilidad, intuición, capacidad para aprender, paciencia y todo su amor. No se trata de ser padres perfectos, una aspiración amorosa y realista es la de intentar ser buenos padres esforzándose cada día por estrechar los vínculos de afecto y cariño con los niños. Para lograrlo tenga en cuenta
Disfrutar y compartir con los hijos, la presencia activa y consistente de los padres brinda a los niños algo que nadie más puede darles: un modelo de vida amoroso y estable.
Fijar límites y reglas y enseñarles a entender porque es importante aceptarlos y cumplirlos.
Promover una relación basada en el respeto mutuo, en el manejo firme pero comprensivo y cariñoso de la autoridad, en la aceptación de la singularidad y una actitud razonable permisiva, son un terrero favorable para que los niños formen valores positivos que promuevan su desarrollo personal y social.
Comprender y aceptar la manera de pensar, opinar y la lógica infantil propia de cada hijo; respetar su individualidad es un acto de amor.
Enseñarle con el ejemplo los valores que queremos transmitir; los niños aprenden más de lo que ven que de lo que oyen.
Enséñele a conocerse, quererse y respetarse a sí mismo; una autoestima fuerte es la mejor herramienta para manejar el mundo.
Dejar al niño tomar decisiones y hacer elecciones propias; estos son aprendizajes básicos que le ayudarán en el futuro a optar con cierto criterio frente a situaciones vitales.
Aprender a comunicar con respeto y asertividad las normas y las reglas, pero también las emociones, necesidades y sentimientos.
Estimular el humor, el optimismo y las actitudes positivas; estas hacen la vida más amable y aumentan la posibilidad de enfrentar con éxito las diferentes situaciones de la vida, especialmente las adversas y difíciles.
Inteligenciafamiliar.com
(Foto ilustrativa) Lunes, 2 de enero de 2017
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