José Luis Gorbeña "El viejo Monte Caseros" Cada vez que releo algo de nuestro pueblo, más me gusta su gente vieja, sus antiguas cuitas, escuchar, costumbres, sus errores y sus aciertos, sus cuentos que recibí. Me gustó siempre hablar y escuchar , más que hablar yo, hechos , cuentos, en una época en la que más allá de lo cierto o cuento , tenía ese sabor pueblerino en el que sabía más a cómico que a cierto.
Los habitantes del pueblo, tenían mucho de una seriedad, pacata propia de lo venido de Europa. Los primeros habitantes todos venidos del viejo país, mantenían casi todos los idiomas, los modismos, costumbres propios que prontamente se adaptaban y se unían a lo criollo.
El guaraní, se sostuvo mucho tiempo, aunque la llegada del Ferrocarril, con el aluvión de toda clase de europeos, prácticamente lo elimino del pueblo, radicándose totalmente en la zona rural. Mis primeras experiencias en la zona rural, se remonta a 1937 más o menos no puedo decir con exactitud, pero fueron unos cuantos años. Mis recuerdos del arroyo Timboy donde concurríamos, con los Almeida, y Valle, vecinos y peones de trabajo de la quinta donde procurábamos, anguillas, liebre, huevos de tero y perdiz. Nunca me voy a olvidar del caballo de peón Valle, que era una belleza, A nosotros los chicos, nos decían que era EL JUDO, un modo de diferenciar a ese hermoso caballo. Era el judo del tío. Imposible de que ningún chico lo montara. Había otros caballos, bueyes, vacas, etc. pero ese animal era nuestra delicia para mirarlo. Una anécdota, de esa época. Voy a evitar nombres ya que no viene al caso, pero si un cuento de época lucido.-
Este peón era un hombre joven, buen mozo, acostumbrado a los trabajos rurales, lo que le daba buena estampa, y montado en su caballo, era bien vestido, los sábados los dos o tres gurises de las casas nos acomodábamos para verlo vestirse de botas, bombachas, camisa plancha, pañuelo, espuela, guacha, pero notábamos que no llevaba arma, ni cuchillo. Por lo menos no lo veíamos. Podía ser por su prudencia y respeto por los patrones-, algo muy reservado en el paisano, ante el Patrón en esa época.
Sabíamos que los días sábado, no todos, pero varios en el mes, se organizaban bailes en alguna casa, vecina, donde se reunían las mujeres jóvenes, acompañadas por los mayores.
Los hombres, padre, varones, se reunían aparte, y ajenos a los bailes, se entretenían con los naipes, copas y cuentos sobre el trabajo de la semana.
Resulta ser, allí llega el cuento, que nuestro hombre se entrevero con una dama, que también tenía otro bailarín , y puede ser que también había alguna copa de caña entre ambos galanes, se arma el desafío nuestro hombre , según el cuento, un amigo le acerca un arma , que nuestro hombre dispara, acertándole en el ojo .
Huidas, llegaron los cuentos a casa el día domingo, que devorábamos, como la mejor película de cowboys, o gauchos. No era para menos, el cuento siguió varios días, en mi casa, ya que el herido no murió, nuestros peón y amigo, se tomó el tren a Buenos Aires, creo nunca más volvió, por lo menos yo no lo vi.
Mi cuento final, fue, el herido era hijo de un caudillo político, y por supuesto le juró muerte al amigo nuestro.El caudillo político, de nuestro peón, sabedor de la amenaza, le proporciono pasaje y un contacto en BS. AS.
José Luis Gorbeña Miércoles, 12 de agosto de 2015
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