Los nacidos el 30 de julio hacen sentir su presencia en el mundo. No sólo son individuos «de sustancia», sino que también conocen la mecánica de los aspectos materiales de la vida. Estas personas firmes y coherentes están bien afianzadas en el plano terrenal, que es su dominio, y resulta difícil convencerlas de que desarrollen su faceta espiritual. Obsesionadas por el aquí y ahora y dotadas de una gran energía para la acción, no se especializan en la introspección ni en el desapego filosófico.

Estos individuos casi siempre expresan sus ideas y su creatividad de una forma rotunda y/o sensual. Sin embargo, en su madurez a menudo están más abiertos a considerar planteamientos metafísicos. Esto se debe, en parte, a que tienen grandes dificultades para afrontar la posibilidad de la muerte. Les resulta difícil creer que su existencia pueda acabar para siempre, aunque también se muestran escépticos ante la idea de un alma inmortal. El interés por la religión o la filosofía a menudo aflora en ellos después del segundo regreso de Saturno (en torno a los cincuenta y seis años), abriendo una nueva dimensión en su vida. Hasta entonces mantendrán una actitud sumamente pragmática y realista.